El tifón Ragasa, catalogado recientemente como la tormenta más fuerte del planeta en lo que va de año, ha golpeado con fuerza a las islas de Filipinas y a las regiones montañosas de Taiwán, provocando deslizamientos de tierra, inundaciones y enormes olas. El fenómeno obligó a evacuar a más de un millón de personas en el sur de China y ahora se dirige hacia la provincia de Guangdong, donde se ubican grandes ciudades como Shenzhen y Guangzhou.
En prevención de su impacto, los puertos de Shenzhen y Nansha cerraron operaciones desde el 22 de septiembre. También se suspendieron las actividades en los terminales de Shekou, Chiwan, Mawan y Dachan Bay, que permanecerán paralizados hasta que mejoren las condiciones meteorológicas.
La situación amenaza con agravar la congestión logística en el sudeste asiático, donde los retrasos en el transporte marítimo ya promedian entre dos y tres días.
El transporte aéreo de la región también se ha visto afectado. El Centro de Aviación Comercial de Hong Kong informó que la mayoría de los aviones comerciales fueron trasladados fuera del territorio antes de la llegada del tifón. Durante 36 horas, todos los aterrizajes y salidas en Hong Kong —el aeropuerto de carga más transitado del mundo y noveno en tráfico internacional de pasajeros— quedaron cancelados.
Cathay Pacific Airways, la aerolínea más grande de Hong Kong, anunció la cancelación de más de 500 vuelos regionales y de larga distancia. La compañía, que cuenta con una flota de 179 aviones de pasajeros y cargueros, advirtió que el tifón tendría “un impacto significativo” en sus operaciones. Según informó, se están reposicionando aeronaves fuera de Hong Kong y se espera una reanudación gradual y escalonada de los servicios entre el jueves y el viernes.