A partir del 1 de octubre entró en vigor en China un nuevo y estricto paquete de normas de exportación que promete reconfigurar el comercio internacional. La medida, anunciada por la Administración Estatal de Impuestos, obliga a las empresas a registrarse fiscalmente, elimina las declaraciones de terceros y refuerza la trazabilidad de la cadena de suministro.
Cambios clave en la normativa
Según el nuevo marco, todas las compañías exportadoras deberán contar con registro fiscal antes de despachar mercancías. Se prohíbe el uso de licencias de empresas no vinculadas —una práctica común que dificultaba la fiscalización— y se exige que las fábricas sin licencia propia aparezcan en los documentos aduaneros con nombre, dirección e identificación tributaria.
El gobierno también impondrá un requisito de formalidad en toda la cadena de suministro: cada componente deberá estar respaldado por facturas y pagos de IVA. Esto impactará directamente en modelos de negocio como el dropshipping, que operaban con poca trazabilidad.
En paralelo, se introdujeron medidas para impulsar la exportación de servicios en sectores estratégicos, como comercio digital, diseño y gestión de carbono.
Objetivos de Pekín
Expertos señalan que las nuevas reglas responden a tres motivaciones principales:
- Transparencia fiscal: garantizar el pago de impuestos corporativos y de valor agregado.
- Reputación industrial: elevar los estándares de calidad de los productos “Made in China”, en especial en industrias como la automotriz.
- Control geopolítico: reforzar la supervisión sobre bienes de doble uso y tecnologías sensibles en un escenario de tensiones internacionales.
“Con esta reforma, China busca fortalecer su imagen global y reducir las brechas que permitían prácticas poco transparentes en las exportaciones”, indicó Pablo José Ledezma, analista en comercio internacional, en un comentario publicado en LinkedIn.
Un mercado en transformación
El endurecimiento regulatorio se produce en un contexto de resiliencia de las exportaciones chinas. Entre enero y agosto de 2025, las ventas al exterior crecieron un 6,1% interanual y alcanzaron los 321.810 millones de dólares en agosto, lo que permitió mantener un superávit comercial superior a los 102.000 millones.
La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) se consolidó como principal destino, con un incremento del 22,5% en los primeros ocho meses del año, mientras que las exportaciones a Estados Unidos retrocedieron un 33,1% debido a la persistencia de las disputas comerciales.
Mirada al futuro
Los analistas prevén que el nuevo marco pueda generar una caída temporal en el volumen de exportaciones, dado que miles de empresas deberán adaptarse al registro fiscal y a la documentación obligatoria. No obstante, a largo plazo, se espera que el refuerzo de la transparencia y la calidad contribuya a consolidar la posición de China como la mayor potencia exportadora mundial.
Con las nuevas reglas, Pekín envía un mensaje contundente: el comercio exterior seguirá siendo motor de su economía, pero bajo un modelo más controlado, formal y orientado a la competitividad global.