La extensión de la tregua comercial entre Estados Unidos y China trajo un respiro a los mercados agrícolas internacionales, con impactos inmediatos en la región del Cono Sur. Aunque el acuerdo es limitado, su efecto estabilizador fue suficiente para generar un repunte en los precios de la soja y mejorar las expectativas en Paraguay, Argentina y Uruguay.
Un acuerdo de contención, no de solución
El nuevo entendimiento entre Washington y Pekín, alcanzado durante la cumbre entre Donald Trump y Xi Jinping en Corea del Sur, contempla la compra china de 12 millones de toneladas de soja estadounidense hasta enero y la continuidad de un flujo anual de 25 millones durante los próximos tres años.
El compromiso permitió que la cotización del grano superara nuevamente los 400 dólares por tonelada, un nivel que no se observaba desde octubre de 2024, y contribuyó a estabilizar un mercado que venía de meses de alta volatilidad.
Si bien el volumen acordado se ubica dentro del promedio histórico de compras chinas, la medida fue interpretada como un gesto político orientado a reducir tensiones más que a modificar los flujos comerciales de fondo. En paralelo, Estados Unidos redujo temporalmente al 10% los aranceles sobre importaciones chinas, reforzando la señal de distensión.
Paraguay: estabilidad de precios y prudencia comercial
En Paraguay, el anuncio se tradujo en un aumento de la confianza dentro del sector agrícola. Los productores perciben que la tregua puede generar estabilidad de precios y un entorno más previsible para la comercialización de granos.
El país, sin embargo, no exporta directamente a China ni a Estados Unidos, por lo que su beneficio es indirecto y se explica principalmente por el encarecimiento de las cotizaciones internacionales.
El precio internacional de la soja, al superar los 400 dólares por tonelada, mejora las perspectivas de ingresos del rubro y refuerza la posición del país en mercados alternativos como Argentina, Brasil y Rusia. Pese a ello, los operadores mantienen cautela frente a la posibilidad de nuevos ajustes geopolíticos que podrían revertir el escenario actual.
Argentina: mejora industrial y récord de siembra
En Argentina, la tregua generó un efecto positivo más directo. El aumento de la harina de soja —que subió un 15% en octubre— impulsó los márgenes de la industria aceitera y reactivó la comercialización interna. El precio de exportación para embarques desde el Up-River alcanzó los 340 dólares por tonelada, lo que significó una recuperación significativa respecto al mes anterior.
En paralelo, la campaña 2025/26 muestra avances históricos: se sembraron 3,59 millones de hectáreas de maíz temprano, un récord en la última década, y las exportaciones de trigo totalizaron 11,2 millones de toneladas, 57% más que el ciclo previo.
Este comportamiento consolidó un panorama de mayor dinamismo productivo, apoyado en buenas condiciones climáticas y en una recomposición de los precios internacionales.
Uruguay: precios más firmes y reequilibrio productivo
En Uruguay, el aumento de precios internacionales también se reflejó en el mercado local, con la soja de la zafra 2026 cotizando en torno a los 377 dólares por tonelada, frente a los 360 previos al anuncio.
Aun así, se proyecta una reducción en la superficie sembrada con soja durante la campaña 2025/26, desplazada parcialmente por el maíz, que registra una demanda sostenida en el mercado interno, especialmente desde los corrales de engorde.
Según datos oficiales, en 2025 se cultivaron 1,23 millones de hectáreas de soja y 260 mil de maíz, con tendencia a un mayor peso del cereal. En el ámbito cárnico, la reducción temporal de aranceles a productos chinos podría favorecer indirectamente a Uruguay, que mantiene una fuerte presencia en el mercado de menudencias vacunas con alrededor del 37% de las importaciones chinas.
Una tregua que da oxígeno, pero no despeja las dudas
La nueva etapa de entendimiento entre Estados Unidos y China permitió recuperar cierta previsibilidad en los mercados internacionales, pero no resuelve los desequilibrios estructurales de su relación comercial.
En el Cono Sur, los efectos son principalmente de estabilización: Paraguay gana en certidumbre de precios, Argentina mejora sus márgenes industriales y Uruguay mantiene equilibrio en un contexto de transición productiva.
El impacto, aunque moderado, refuerza la importancia de la relación entre ambas potencias en la configuración del comercio mundial de granos. El desafío para los próximos meses será sostener la estabilidad alcanzada, en un entorno global que sigue condicionado por la volatilidad política, la competencia tecnológica y la transición hacia nuevas formas de producción y energía.