La industria naviera enfrenta un nuevo desafío logístico global: el reciclaje de buques graneleros ha caído un 24% en los primeros cuatro meses de 2025 en comparación interanual, alcanzando así su punto más bajo en los últimos 17 años. La situación complica la eficiencia del transporte marítimo y dificulta la transición hacia normas ambientales más estrictas.
Según informó Infobae, esta caída se produce pese a un descenso del 35% en el Baltic Dry Index (BDI), el principal indicador de tarifas de flete para cargas secas a granel. Tradicionalmente, una baja en este índice suele incentivar el desguace de embarcaciones antiguas y menos eficientes, pero la incertidumbre sobre la demanda futura está demorando esas decisiones clave para renovar la flota.
El impacto de esta tendencia ya se hace sentir: buques más viejos, que operan con menor velocidad y mayor consumo de combustible, agravan los tiempos de entrega, aumentan los costos operativos y comprometen el cumplimiento de estándares ambientales.
Desde principios de 2021, el nivel de reciclaje de graneleros viene siendo bajo. En aquel momento, los fletes subieron por el aumento de la demanda global y congestiones logísticas. Factores como la fuerte demanda de materias primas por parte de China, las sanciones al carbón ruso y el desvío de rutas por el Cabo de Buena Esperanza —para evitar ataques en el Mar Rojo— sostuvieron altos ingresos en el sector. Sin embargo, en 2025, el debilitamiento del equilibrio entre oferta y demanda ha reducido las tarifas, lo que debería alentar el desguace, algo que aún no ocurre.
Actualmente, la edad promedio de la flota de graneleros se ubica en 12,6 años, el nivel más alto desde 2010. Según la organización marítima BIMCO, alrededor de 8 millones de toneladas de peso muerto (dwt) corresponden a buques que, en condiciones normales de mercado, ya habrían sido retirados. Aproximadamente el 6% de los buques activos —equivalente al 3% de la capacidad total— supera los 25 años de antigüedad, proporción que asciende al 10% en el segmento handysize.
Este retraso en la renovación impacta directamente en la logística y el comercio exterior. La utilización de unidades envejecidas puede derivar en demoras en las entregas y encarecimiento del transporte, afectando precios y disponibilidad de productos esenciales como granos, minerales y combustibles. En países como Argentina, donde el comercio exterior depende fuertemente del transporte marítimo, este fenómeno puede influir en el costo de vida y la estabilidad de ciertos mercados.
De cara al futuro, se espera un aumento del 2% en las entregas de nuevos graneleros durante 2025 y del 16% en 2026, con un foco en buques Panamax y Supramax, dos categorías ampliamente utilizadas en el comercio internacional. Sin embargo, este crecimiento podría generar un exceso de capacidad instalada, presionando a los operadores a retirar embarcaciones obsoletas.
Aún así, el panorama está marcado por la incertidumbre: factores como las negociaciones comerciales entre grandes economías y un eventual restablecimiento de las rutas tradicionales por el Mar Rojo podrían modificar nuevamente el equilibrio del mercado y la planificación naviera a nivel global.