La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se encuentra en el centro de una tormenta política en su país natal tras firmar un controvertido acuerdo comercial con Estados Unidos. Políticos de distintas ideologías y líderes empresariales alemanes han reaccionado con dureza, acusándola de poner en riesgo la economía nacional. “Von der Leyen debería dimitir por este acuerdo”, declaró a Euronews un político alemán del Parlamento Europeo, calificando el pacto como una «traición» a los intereses europeos.
El acuerdo, negociado con el presidente estadounidense Donald Trump, fue anunciado justo antes del 1 de agosto, fecha límite que amenazaba con la imposición de nuevos aranceles del 30% a productos europeos. En su lugar, se acordó un arancel base del 15% para las exportaciones europeas, mientras que los productos estadounidenses podrán ingresar al mercado comunitario sin pagar aranceles. Además, se mantendrá el arancel del 50% sobre el acero y aluminio europeos, y la UE se ha comprometido a importar energía estadounidense por un valor de 750.000 millones de dólares, así como a promover inversiones empresariales por 600.000 millones en EE.UU.
El impacto económico ha sido duramente criticado en Alemania. El Instituto de Kiel (IfW) estima una pérdida de 6.500 millones de euros en el PIB alemán en el primer año. La indignación creció tras las declaraciones del canciller Friedrich Merz, quien inicialmente celebró el acuerdo por evitar una guerra comercial, pero luego advirtió que el trato implica una “carga considerable” para la economía alemana.
El eurodiputado Fabio De Masi (BSW) fue uno de los más tajantes: “Este pacto es una traición a Europa. Es uno de los peores acuerdos jamás firmados. La señora Von der Leyen debería asumir responsabilidades y dimitir”. El veterano Markus Ferber (CSU) también expresó su decepción: “Un arancel del 15% encarece considerablemente nuestros productos y golpeará con fuerza a nuestra industria”.
Las críticas también han llegado desde el gobierno y sus aliados. Desde la CDU, Johannes Winkel calificó el pacto como una “humillación de Europa” y exigió autocrítica. El alcalde de Bremen, Andreas Bovenschulte (SPD), reaccionó con indignación por el riesgo que corren empleos en la siderúrgica local: “Lo peor es ver cómo nuestra presidenta de la Comisión Europea se deja humillar para rendir pleitesía a Trump”. Markus Söder (CSU), por su parte, fue claro: “Evitar lo peor no convierte a este acuerdo en un éxito”.
En el Parlamento Europeo, el eurodiputado Tomasz Froelich (AfD) anunció que intentará frenar el acuerdo: “No es un pacto, es una rendición. Desde Bruselas trabajaremos para evitar su aplicación”.
Mientras la presión aumenta, Von der Leyen enfrenta no solo una crisis de confianza en su país, sino también una creciente oposición en el seno de la Unión Europea, que cuestiona su liderazgo y las consecuencias de este polémico pacto transatlántico.