Entre los oradores locales destacó la intervención de Mónica Ageitos, presidenta del Centro de Navegación (Cennave), quien subrayó el papel decisivo del transporte marítimo y fluvial para la competitividad y la integración regional. “Todos los aquí presentes sabemos cuál es la importancia del transporte marítimo, sobre todo en relación con el desarrollo de los países”, afirmó antes de enumerar los retos que enfrenta este corredor logístico.
Ageitos describió un panorama en el que los ciclos económicos adversos, las inclemencias climáticas —sequías prolongadas o tormentas que paralizan puertos— y la inestabilidad política regional impactan directamente en la navegabilidad y el comercio. “El humor político de la región es peor que las sequías y las inundaciones”, señaló, advirtiendo que los cambios de gobierno, muchas veces descoordinados en el tiempo, generan distorsiones que no deberían afectar a un sistema fluvial con institucionalidad sólida, pero que en la práctica sí lo hacen.
La titular de Cennave resaltó que la hidrovía conecta a países productores y exportadores de alimentos y materias primas —como soja, trigo, lino, algodón, girasol, mineral de hierro, entre otros— con los mercados internacionales. “Es fundamental garantizar un calado mínimo de 10 pies (3 metros) para que el flete sea rentable”, indicó, recordando que la vía fluvial ofrece costos menores frente a otros modos de transporte y constituye una salida estratégica al mar para los países sin litoral marítimo.
Además de las ventajas comerciales —como reducción de costos logísticos, mejora de la competitividad y estímulo a las exportaciones e importaciones—, Ageitos subrayó el impacto social de la hidrovía: generación de empleo, profesionalización de jóvenes y reducción de desigualdades.
Entre las acciones prioritarias mencionó garantizar condiciones de navegabilidad y mantenimiento de la profundidad en todo el sistema, con una institucionalidad fuerte que supervise su cumplimiento; avanzar en procesos de licitación para concesiones en tramos soberanos, sin descuidar los tramos compartidos; asegurar la navegación 24 horas y la libre circulación de tripulantes y equipos; actualizar el Tratado de la Hidrovía, especialmente en materia de documentación aduanera, para adaptarlo a las necesidades actuales; y coordinar acciones medioambientales y de seguridad sin que estas se utilicen como pretexto para restringir la navegación.
En relación al Comité Intergubernamental de la Hidrovía (CIH), Ageitos fue enfática en la necesidad de ampliar sus facultades reglamentarias y reforzar su rol como órgano técnico y político central para la gestión coordinada del sistema. Propuso que el CIH tenga capacidad de recomendación vinculante para la derogación o modificación de medidas que obstaculicen la libre circulación de mercancías, así como la facultad de emitir interpretaciones oficiales sobre la aplicación de los reglamentos vigentes. Sostuvo que debería establecerse un régimen de consulta previa obligatoria ante cualquier ordenanza o normativa nacional que pueda impactar en la navegación, de modo de evitar que un país adopte unilateralmente disposiciones con efectos regionales negativos.