La compañía superó en la subasta a la española Acciona tras ofrecer un descuento del 0,5% en los pagos mensuales que deberá realizar el gobierno del estado de São Paulo. El contrato, con vigencia de 30 años, incluye la construcción, operación y mantenimiento de la obra que unirá a las ciudades de Santos y Guarujá, en la costa paulista.
El proyecto marca un doble hito: no solo será el primero en su tipo bajo el mar en territorio brasileño, sino que también se ejecutará bajo el esquema de asociación público-privada (APP), con participación de los gobiernos federal y estatal.
Expertos en infraestructura advierten que el desafío principal radica en los riesgos constructivos, como los geotécnicos y de filtración por tratarse de una estructura sumergida. También se consideran riesgos ambientales, aunque la experiencia internacional de Mota-Engil aporta confianza en la viabilidad de la obra.
El túnel tendrá una extensión de 1,5 kilómetros, de los cuales 870 metros estarán bajo el agua. Contará con tres carriles por sentido —uno destinado a un sistema de tren ligero— y acceso para ciclistas y peatones. Actualmente, el cruce entre Santos y Guarujá se realiza principalmente por ferry, con un tránsito diario de unos 21.000 vehículos, 7.700 ciclistas y 7.600 peatones.
Se espera que la nueva infraestructura mejore la movilidad, incremente la seguridad y optimice el flujo de camiones hacia el Puerto de Santos, el más importante de Brasil. El contrato será supervisado por la agencia federal Antaq y la estatal Artesp.
El financiamiento del proyecto prevé que hasta 5.100 millones de reales provengan de recursos públicos, distribuidos equitativamente entre el gobierno federal y el de São Paulo. La subasta se enmarca en un escenario político clave: el presidente Luiz Inácio Lula da Silva busca la reelección en 2026, al tiempo que el gobernador paulista, Tarcísio de Freitas, también ha mostrado interés en disputar la presidencia